Entrevista: Melvin Hoyos Galarza: “Ecuador siempre ha sido de letras muertas”
- Malú Pérez
- 8 jul 2019
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 16 ago 2019
La Ley Orgánica de Cultura se aprobó en noviembre de 2016 después de 8 años de controversia. Actualmente sigue recibiendo críticas sobre su efectividad.

Como un “abanico de todo” se define el director de cultura del Municipio de Guayaquil Melvin Hoyos Galarza. El arquitecto e historiador trabaja en el corazón de la ciudad en la Biblioteca Municipal dónde recibe cortésmente a los interesados por la cultura. El bibliófilo hace puntualizaciones acerca de la muy criticada Ley de Cultura.
¿La elaboración de la Ley de Cultura fue realmente necesaria?
Imprescindible, siempre ha sido necesario una Ley de Cultura de lo contrario no se podrían aplicar las políticas culturales y en Ecuador siempre ha sido de letras muertas que gobierno tras gobierno se han ido haciendo. Se generaba un comité, después de un tiempo se determinaba la elaboración de un cuerpo de políticas culturales y esas mismas quedaban como un documento muerto porque como no hay una “Ley de Cultura” no hay qué aplicar.
Cristina Vera Mendio -columnista de la página periodística GK.City- sostiene en su artículo “En contra de la Ley de Cultura” (2016) que la creación de una Ley de Cultura es innecesario; en su lugar propone un Fondo Nacional para las Artes como lo ha hecho Estados Unidos por más de cincuenta años. ¿Qué piensa acerca de esta propuesta?
Podría aplicarse siempre y cuando tuviera un espectro más amplio. Porque cuando hablamos de “artes” lo limitamos. Hay conceptualizaciones que sostienen que la literatura no es arte o que las artesanías tampoco o cuestiones de tecnología pero que son parte de una nación. Si yo quisiera hacer un museo sobre de la tecnología, ese recurso no aplicaría porque no es artística. Hay que abrir el panorama de acción, solo así se podría reemplazar la Ley de Cultura. Si se pretende reemplazar se debe sustituir por una que no cometa los mismos errores.
¿Cuál es su opinión acerca de las políticas establecidas?
Hay que establecer restricciones a cada uno de estos aspectos. Justamente porque está mal redactada la Ley es que se dan esas ambigüedades.
¿Se siente conforme con esta Ley?
No estoy de acuerdo con la estructura en ciertos aspectos.
¿Qué tan beneficiosa ha sido esta Ley?
Bien o mal, de algo vale. Pongo un ejemplo que me parece ridículo. En los países socialistas, el coleccionismo de sellos y monedas que es algo que permite afianzar las características etnitarias de una ciudad, porque traen alegorías que son propias de nuestra identidad. El único país penado por poseer estos artículos es Ecuador. Una aplicación mal hecha de la Ley de Cultura porque está mal redactada.
La Ley habla de “tráfico de bienes patrimoniales”, no es claro. Primero no es “tráfico” es “intercambio o compra venta de bienes patrimoniales”. Otro elemento, si uno compra un bien patrimonial ecuatoriano en el extranjero, debería por lógica y sentido común al momento de ingresar al país no debería pagar impuestos ¡pero paga una fortuna! Queríamos importar bienes patrimoniales de Europa para el Museo, el Ministerio de Cultura nos dio todos los permisos y quedaba exento de impuestos…la Aduana no quiso. Entraron en litigio y ganó la Aduana, entonces de qué sirve la Ley, tiene un sin número de fallas dónde la aplicación de las políticas culturales no se puede dar. La Ley es necesaria pero debe ser revisada para que mejore y funcione para que pueda ser aplicada.
¿Qué le agregaría o quitaría?
Lo primero que le quitaría es el tema de las expropiaciones. Estudiar los sitios a dónde va a ir para que la comunidad se vea beneficiada. Segundo, establecer con precisión cuales son las limitaciones de tentar bienes patrimoniales, indicar cuales pueden tenerse y cuales no y las medidas para que esos bienes se puedan precautelar. Yo le cambiaría todo lo que tiene que ver con manipulación de patrimonio y abriría el abanico de la Ley para que de verdad cubra todos los aspectos vinculados con el patrimonio de la nación.
A pesar del trabajo titánico que se ha realizado durante estos 20 años, aún existe inconformidad en algunos movimientos -especialmente los independientes- ¿Se ha podido identificar esos grupos y sus molestias?, ¿se ha llegado a algún acuerdo con ellos?
Nunca, pero tienen razón en muchas medidas. Cuando uno piensa en hacer una Ley de Cultura que dure en el tiempo tiene que contemplar a todos los grupos que van a ser de alguna manera actores dentro de la aplicación de la Ley. Al elaborar la ley debo tener al menos dos representantes que viven de eso en el país.
Se sienten muy desvinculados con estas políticas públicas. ¿En algún momento el Estado se reunió con ellos para compartir la esquematización de la ley?
Ninguno de los verdaderos actores y gestores culturales estuvieron involucrados en la elaboración de la Ley y todo se debe a que cogen una de otro país; la maquillan un poco y la aplican. Son leyes que obedecen realidades distintas a la nuestra. Yo sí involucraría cuidadosamente en la elaboración de los artículos de la Ley todos los actores comerciantes y no comerciantes, creadores de conceptos y definiciones para que ellos en conjunto la elaboren y la evalúen.
La historia de la cultura en Ecuador se divide en dos fases: la primera con la creación Ministerio de Cultura en 1999 y la segunda con la creación de la Ley Orgánica de Cultura en 2016. Pero, hubo mucho trabajo antes de eso. ¿Cómo ha afectado esta transición a la cultura en Ecuador?
Es fácil, la respuesta está en ver los resultados. Y ¿qué resultados hay?. ¿Hay más libros en la Biblioteca gracias al Ministerio?, ¿hay más conciertos gracias a ellos?, ¿hay más apoyo a iniciativas teatrales o cineastas?. ¿Qué hay?, nada. Lo que si hay es más iniciativas privadas y no es gracias a la existencia del Ministerio o de la Ley. Por ejemplo los municipios que consideran que el aspecto cultural debe tomarse en cuenta. Lo hacen de su voluntad.
Francamente, a pesar de que existen algunos trabajos y apoyos gracias al Ministerio, yo no veo que la creación de un ministerio haya redundado en un beneficio extraordinario para la comunidad ecuatoriana.
Desde 2007, el Ministerio estuvo sujeto a cambios constantes de sus ministros: Antonio Preciado (2007), Galo Mora (2008), Ramiro Noriega (2009), Erika Sylva (2010 - 2013), Paco Velasco (2013), Guillame Long (2015), Raúl Vallejo (2016), hasta el actual Raúl Pérez Torres (2017). Casi un ministro por año. ¿Esta irregularidad refleja una clara inestabilidad de parte del Estado acerca de como debe proceder con el tema cultural o sólo el interés de cumplir con la responsabilidad social?
Para mí, es una incapacidad total para enfrentar los problemas que se dan en los ministerios. Por eso aparecen las crisis en gabinetes. Generalmente ponen ministros con quien se tiene algún compromiso político no porque cumplan con el perfil adecuado para el cargo; al año, año y medio ya ganaron bien, hicieron algún negocio para que quedar cuadrado, se dan media vuelta y se van. ¿Qué hicieron por el país? Nada o inicial algo y el que llega lo borra y empieza algo nuevo. Una historia sin fin.
“Cultura” es un conjunto de ideas, conocimientos y tradiciones de un grupo -su identidad- y “arte” como las creaciones que manifiesta una persona, pero el colectivo sigue considerando a la cultura como algo estrictamente intelectual o artístico. ¿Este simple problema de definiciones resultó ser un problema al momento de estructurar las políticas de esta ley?
No, los que redactan la Ley lo tienen claro. El arte es parte de la cultura pero la cultura no es parte del arte. Lo que no tenían bien claro era cómo manejar el tema cultural; qué debe ser prohibido y qué no, lo que debe ser impulsado o no, qué debe ser manejado directamente con el Ministerio. En esas limitaciones fallaron y no hay ninguna petición en la Asamblea para realzar una exhaustiva revisión del articulado de la Ley. Requiere ser revisado uno a uno porque tiene muchos errores.
¿Tal vez esta cuestión contribuyó a la creación de una ley donde claramente se observa una contracción entre artículos? Un claro ejemplo está al comenzar a leer los primeros artículos de la Ley. El primer artículo define las competencias y obligaciones del Estado para ejercer los derechos culturales y la regulación del Sistema Nacional de Cultura; pero el segundo artículo estipula que esta ley es aplicable a “…todas las actividades vinculadas al acceso, fomento, producción, circulación y promoción de la creatividad, las artes, la innovación, la memoria social y el patrimonio cultural…” y comienza a mezclar a todo el Ecuador: “…todas las entidades, organismos e instituciones públicas y privadas que integren el Sistema Nacional de Cultura, a las personas, comunidades, comunas, pueblos y nacionalidades, colectivos y organizaciones culturales que forman parte del Estado plurinacional e intercultural ecuatoriano…”.
Lo desvirtúa. La Ley de cultura –a las buenas o a las malas- quiso involucrar a las minorías como las etnológicas o las agrupaciones de género. Temas que no tienen nada que ver con cultura. A los gobiernos socialistas les conviene introducir este tipo de argumentos para poder tener un dominio de la Ley. Es una manipulación ideológica que está desligado a la cultura.
La gratuidad de eventos hace accesible el arte a un universo de personas, pero hace desaparecer el deseo de consumir cultura por necesidad y los organizadores ven el “eventismo” como única posibilidad de hacer cultura. ¿Esta afirmación es correcta?
Es otro el enfoque. La oferta cultural de la ciudad –Guayaquil- tiene un lastre brutal y la gente no se da cuenta. Los centros de desarrollo cultural tienen pocas personas que acuden a ellos para poder absorber la información o disfrutar la oferta cultural porque lo desconocen. El talón de Aquiles del desarrollo cultural de las ciudades grandes de la costa es la falta de promoción publicitaria.
La Ley coloca al Estado como eje de la producción cultural al crear el Sistema Nacional de Cultura. Algunos señalan al Estado como “pésimo productor de contenido original”, que está muy burocratizado y contrasta con el ritmo libre del arte.
Terrible. Es un pésimo productor, primero por el aspecto financiero. Sería un buen creador de tener la financiación -pero como es un Estado quebrado- y si tuviera el apoyo de los técnicos de la materia. Pero carece de proyectos; anualmente difunde una montaña de proyectos y al final no logran concretar ninguno. Fue tan complicado obtener los auspicios y las trabas que terminaron haciendo dos.
¿Es la Ley otra forma de tomar el control de las manifestaciones artísticas que se han catapultado con ala aparición de nuevas plataformas de difusión masiva?
De cierta manera, sí. Hay algunos lineamientos que tenías que cumplir –antes no se ahora- por ejemplo en un cortometraje. Si este tenía un fuerte contenido social era apoyado, de lo contrario si tenía valor científico lo rechazaban. La camisa de fuerza era el tema social, que ahora es menos pero sigue estando.
¿Cómo se proyecta el futuro de la cultura en Ecuador con esta Ley?
El futuro del desarrollo cultural del país está en manos de los municipios, que no dan importancia a la Ley y sin embargo hacen mucho. Ahí está la salvación. Del Ministerio no nos podemos amparar. Por ejemplo Machala o ciudades de la serranía; no están viendo si están cumpliendo la Ley, solo están haciendo labor cultural. Cada vez más creativo y a la vez más atractivo. Veo muy lejano las correcciones a la Ley.
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